«… Silvia Marso pasa la prueba; algo mas que pasarla. En el primer acto, cuando Rosita es saltarina, alegre muchacha, se la espera para el segundo, donde ya es mayor que su propia edad y tiene que tener otro reposo y otra actuación, y también gana. Y para el tercero donde la amargura la domina, donde el amor, ya inútil, ya estéril, la deja dispuesta para terminar, para no esperar ya nada, queda consagrada como primera actriz …»

“… Todo ello a través del camino de la vida que tiene que recorrer Silvia Marso a lo largo de los tres actos. Primero como una joven saltarina, llena de vida, en el segundo ya como una mujer adulta, con aplomo y serenidad y al final cuando las nieves cubren ya su pelo , donde la amargura de esa vida le quema las entrañas, llega su confesión final, el momento dramático y cumbre de la obra…”

“… Con una Silvia Marso excelente en la enorme prueba que es el segundo acto, cuando la joven se encamina hacia la madurez, sin haber perdido del todo la esperanza vital, que desaparecerá con final de la obra …”

“… Mención aparte merecen los actores. Todos están soberbios, pero destaca sobretodo Silvia Marso, que poco a poco y sin que nadie se de cuenta se esta consolidando como una de las grandes de la escena Española…”